jueves, 14 de abril de 2016

El Machismo

Cómo habréis podido comprobar, abandoné el blog hará más o menos una semana. La razón es tan sencilla como que perdí el interés por continuar con lo de las canciones diarias, así que ahora no seguiré ningún patrón de tiempo a la hora de escribir; es decir, subiré lo que quiera (como ya venía haciendo) y cuándo quiera.



Hoy publico un texto que escribí hace un par de semanas, para la asignatura de escritura para los medios de comunicación. El tema del escrito tenía que ser el machismo, un tema tan amplio como polémico, por lo que acepto cualquier opinión y crítica hacia él, que las habrá seguro.

Allá va:


El Machismo


El machismo es algo que tristemente existe. En pleno siglo XXI. Negarlo sería engañarnos a nosotros mismos. No hace falta más que ver las noticias para comprobar la cantidad de mujeres que cada año son asesinadas por sus maridos: en 2015, nada más y nada menos que cincuenta y siete. Cierto es que cuando hablamos de “violencia de género” es precisamente eso, de género, es decir, no tiene por qué ser necesariamente de un hombre a una mujer, y este es un argumento que utilizan muchos hombres para “defenderse”. Pero las estadísticas son esclarecedoras, y muestran que es un porcentaje realmente ínfimo el de agresiones de una mujer hacia un hombre; más o menos el mismo que de denuncias falsas, otro argumento muy recurrente a la hora de tratar de defender lo indefendible. Es por ello que se denomina “violencia machista”. 

La violencia machista está ahí, no hay duda; una violencia que, desgraciadamente, cada año va a más. No hay que olvidar tampoco que estos números hacen referencia a las muertes; quién sabe por cuánto se pueden multiplicar los datos de violencia en los que el hombre no acabó con la vida de la mujer. 

Me he centrado mucho en el machismo elevado a su máximo exponente, es decir, a la violencia. Pero el machismo se encuentra a diario; de hecho, en el propio lenguaje castellano se encuentran casos de machismo. Y no hablo de las tonterías que están saliendo últimamente que lo único que hacen es dar patadas al diccionario, como lo del “Congreso de Diputados y Diputadas”. Me refiero a palabras que según el género significan una cosa u otra: zorro y zorra, perro y perra, lobo y loba, cerdo y cerda… Si bien también es cierto que por aquí se encuentran auténticas sandeces como, en mi opinión, tachar de machismo el comparar palabras como patrimonio (“conjunto de bienes”) y matrimonio (“conjunto de males”), que dependen absolutamente de la visión de cada uno. 

Tampoco comparto en exceso la idea de los denominados micromachismos: por ejemplo, que en bares y restaurantes solo se pueda cambiar a los bebés en los servicios de mujeres, o que un camarero, sin saber el qué pertenece a cada uno, sirva la cerveza al hombre y el refresco a la mujer. En Twitter llegué a ver casos que me dejaron estupefacto, de esos de “ver para creer”. El machismo existe, es imposible no verlo; pero lo que tampoco hay que hacer es, en mi opinión, inventarlo. 







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